lunes, 9 de enero de 2017

Estamos cada vez peor...

Estamos cada vez peor. Cuando digo “estamos” me refiero tanto a la clase media, como a pobres e indigentes. Porque es cierto que algunos pocos están mucho mejor: los más pudientes.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), al que ahora todos consideran creíble, informó que la diferencia de ingresos entre el 10% de la población más pobre y el 10 % más rico en el tercer trimestre del 2016 fue de 2.456,4%, en base a los números de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Es decir, los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres. Crece la brecha. Crece la desigualdad.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), pronosticó que “aumentó la indigencia” basado en que durante la última parte del 2016 “se juntó el aumento de la desigualdad con el aumento de la pobreza extrema”. Recordemos que el Observatorio de la UCA era muy citado y valorado por el oficialismo actual cuando era oposición hace poco más de un año.
Estamos cada vez peor. Lo dicen hasta Juan Carr, la Hna. Martha Pelloni y Margarita Barrientos. Ninguno de ellos es K. Juan Carr no suele ser crítico. Pelloni votó a Macri. Barrientos se declara macrista. Pero conocen la realidad. Solo hay que abrir la puerta y salir. Caminar los barrios.
Lo que se viene dando con el gobierno de Cambiemos es una fabulosa transferencia de recursos de los sectores menos favorecidos a los más favorecidos. Hace un mes se publicó en La Nación una nota titulada “El modelo cumple un año: quién ganó y quién perdió con Macri en el poder”. Allí decía: “En el fin del primer año el Gobierno, se puede armar una lista de ganadores y perdedores. En la primera están el campo, la minería, los servicios públicos y la venta de inmuebles… Del otro lado hay una nómina que se puede resumir en un denominador: todas las actividades que dependen del poder adquisitivo del salario, quizás el indicador más universal de la economía que fue afectado negativamente en la gestión de Macri. De él depende la producción destinada al consumo, que abarca un universo de servicios y productos masivos”.
Un documento del CEPA (Centro de Economía Política Argentina), que se titula “El nuevo fracaso de la teoría del derrame. Un análisis de las ramas ganadoras y perdedoras de la etapa 2015-2016, presenta datos ilustrativos para entender las tensiones del mercado laboral el año pasado. “El complejo agropecuario, los bancos, las eléctricas y las mineras fueron los cuatro sectores que incrementaron la rentabilidad”, se puede leer. Y continúa: “La suba de las ganancias de estos sectores, pese al discurso oficial, no se derramó hacia el resto de la sociedad”. Por otra parte, los trabajadores y la industria fueron los grandes perjudicados. “De no revertir el proceso, tendremos una economía primarizada y con eje en la especulación financiera, escasa transformación industrial y consiguientemente mayor desempleo”, concluye.
Prometieron Pobreza Cero y la pobreza aumentó. Están equivocando el rumbo, claramente. Cuando el kirchnerismo asumió en 2003, hablaba de la pesada herencia de la Alianza que culminó en una implosión social, con más del 50% de pobres y 22% de desocupación el año anterior. Veníamos del “que se vayan todos” y con varios muertos encima. Así y todo, desde el principio, se habló de empezar a salir del infierno, del purgatorio, y nunca dejamos de avanzar, de mejorar (o, de mínima, y en escenarios adversos, no empeorar). Ahora, el macrismo habla de pesada herencia cuando bien sabemos que el 2015 no se parecía en nada al 2001-2002 y, además, no dejamos de empeorar durante todo el 2016.
            Punteemos algunas medidas para entender el porqué de esta situación:
       liberalización de la compra de dólares (para una mayoría que no accede ni compra)
       la devaluación (tremendo negocio para algunos)
       la quita de retenciones al campo y las mineras
       la baja (o quita) de impuestos al champagne, a los autos de alta gama y los barcos
       el aumento de tarifas (tarifazo)
       condonación de deudas a empresas de servicios públicos
       aumento del transporte público y la nafta
       estampida inflacionaria (más del 40% durante 2016)
       despidos en el sector público y el vía libre para las cesantías en el sector privado
       aumento considerable de la deuda externa
       apertura de las importaciones
       pérdida del poder adquisitivo (aumentó más la inflación que los salarios)
       recortes, ajustes
Todo este combo lleva a un aumento de la desocupación, la pobreza y el hambre. Y no es azar ni pesada herencia. Es fruto de un plan de gobierno orquestado desde los sectores concentrados. El mismo día del triunfo de Macri lo escribí en mi blog: “Personalmente creo que las promesas fueron pensadas solamente para ganar la elección. Me parece que la victoria es más del marketing que de la política. Considero que muchos votaron contra el kirchnerismo, ni siquiera contra el sciolismo, y no a favor del macrismo. Pienso que los más perjudicados van a ser, lamentablemente, los más pobres. Y, finalmente, no tengo dudas que está festejando el Poder Real: Poder Económico-Financiero, Poder Judicial y Poder Mediático, que mucho tuvieron que ver en este resultado. Y eso me preocupa muchísimo. Ojalá me equivoque…”. Hubiese querido equivocarme. Lamentablemente, no. Ojalá cambie el rumbo… Pero no creo. Porque como dice Alfredo Zaiat, para Macri, es tarea cumplida.