Estamos cada vez peor. Cuando digo
“estamos” me refiero tanto a la clase media, como a pobres e indigentes. Porque
es cierto que algunos pocos están mucho mejor: los más pudientes.
El Instituto
Nacional de Estadística y Censos (Indec), al que ahora todos consideran
creíble, informó que la diferencia de ingresos entre el 10% de la población más
pobre y el 10 % más rico en el tercer trimestre del 2016 fue de 2.456,4%, en
base a los números de la
Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Es decir, los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez
más pobres. Crece la brecha. Crece la desigualdad.
Agustín
Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), pronosticó que “aumentó la indigencia” basado en que
durante la última parte del 2016 “se juntó el aumento de la desigualdad con el
aumento de la pobreza extrema”. Recordemos que el Observatorio de la UCA era muy citado y valorado
por el oficialismo actual cuando era oposición hace poco más de un año.
Estamos cada
vez peor. Lo dicen hasta Juan Carr, la Hna. Martha Pelloni y Margarita Barrientos.
Ninguno de ellos es K. Juan Carr no suele ser crítico. Pelloni votó a Macri.
Barrientos se declara macrista. Pero conocen la realidad. Solo hay que abrir la
puerta y salir. Caminar los barrios.
Lo que se viene dando con el gobierno de
Cambiemos es una fabulosa transferencia de recursos de los sectores menos favorecidos
a los más favorecidos. Hace un mes se publicó en La Nación una nota titulada “El modelo cumple un año: quién ganó y quién perdió con Macri en el poder”. Allí decía: “En el fin del primer año el Gobierno, se puede armar una lista de
ganadores y perdedores. En la primera están el campo, la minería, los servicios
públicos y la venta de inmuebles… Del otro lado hay una nómina que se puede
resumir en un denominador: todas las actividades que dependen del poder
adquisitivo del salario, quizás el indicador más universal de la economía que
fue afectado negativamente en la gestión de Macri. De él depende la producción
destinada al consumo, que abarca un universo de servicios y productos masivos”.
Un documento
del CEPA (Centro de Economía Política Argentina), que se titula “El nuevo fracaso de la teoría del derrame. Un análisis de las ramas ganadoras y perdedoras de la etapa 2015-2016”, presenta datos ilustrativos para entender las
tensiones del mercado laboral el año pasado. “El complejo agropecuario,
los bancos, las eléctricas y las mineras fueron los cuatro sectores que
incrementaron la rentabilidad”, se puede leer. Y continúa: “La suba de las ganancias de estos sectores,
pese al discurso oficial, no se derramó hacia el resto de la sociedad”. Por
otra parte, los trabajadores y la industria fueron los grandes perjudicados. “De no revertir el proceso, tendremos una
economía primarizada y con eje en la especulación financiera, escasa
transformación industrial y consiguientemente mayor desempleo”, concluye.
Prometieron
Pobreza Cero y la pobreza aumentó. Están equivocando el rumbo, claramente.
Cuando el kirchnerismo asumió en 2003, hablaba de la pesada herencia de la Alianza que culminó en una
implosión social, con más del 50% de pobres y 22% de desocupación el año
anterior. Veníamos del “que se vayan todos” y con varios muertos encima. Así y
todo, desde el principio, se habló de empezar a salir del infierno, del
purgatorio, y nunca dejamos de avanzar, de mejorar (o, de mínima, y en
escenarios adversos, no empeorar). Ahora, el macrismo habla de pesada herencia
cuando bien sabemos que el 2015 no se parecía en nada al 2001-2002 y, además,
no dejamos de empeorar durante todo el 2016.
Punteemos
algunas medidas para entender el porqué de esta situación:
•
liberalización de la compra de dólares (para una
mayoría que no accede ni compra)
•
la devaluación (tremendo negocio para algunos)
•
la quita de retenciones al campo y las mineras
•
la baja (o quita) de impuestos al champagne, a
los autos de alta gama y los barcos
•
el aumento de tarifas (tarifazo)
•
condonación de deudas a empresas de servicios
públicos
•
aumento del transporte público y la nafta
•
estampida inflacionaria (más del 40% durante
2016)
•
despidos en el sector público y el vía libre
para las cesantías en el sector privado
•
aumento considerable de la deuda externa
•
apertura de las importaciones
•
pérdida del poder adquisitivo (aumentó más la
inflación que los salarios)
•
recortes, ajustes
Todo este combo lleva a un aumento de la
desocupación, la pobreza y el hambre. Y no es azar ni pesada herencia. Es fruto
de un plan de gobierno orquestado desde los sectores concentrados. El mismo
día del triunfo de Macri lo escribí en mi blog: “Personalmente creo que las promesas fueron pensadas solamente para
ganar la elección. Me parece que la victoria es más del marketing que de la
política. Considero que muchos votaron contra el kirchnerismo, ni siquiera
contra el sciolismo, y no a favor del macrismo. Pienso que los más perjudicados
van a ser, lamentablemente, los más pobres. Y, finalmente, no tengo dudas que
está festejando el Poder Real: Poder Económico-Financiero, Poder Judicial y
Poder Mediático, que mucho tuvieron que ver en este resultado. Y eso me
preocupa muchísimo. Ojalá me
equivoque…”. Hubiese querido equivocarme. Lamentablemente, no. Ojalá cambie
el rumbo… Pero no creo. Porque como dice Alfredo Zaiat, para Macri, es tarea cumplida.