Este domingo muchísimos
jóvenes, adolescentes, estarán votando por primera vez. En realidad ya votaron
muchas cosas a lo largo de su vida, desde una encuesta en facebook hasta el
buzo y la empresa del viaje de egresados. Pero esta vez van a elegir a sus
representantes, única forma de gobernar que tiene el Pueblo según nuestra
Constitución Nacional (aunque sea algo discutible, no responde a los fines de
este humilde escrito).
Estando en
tercer año, recuerdo, seguí bastante de cerca la campaña presidencial del 95.
Quería que el FREPASO, con la fórmula Bordón-Álvarez, le gane a Menem. Leía los
diarios buscando información y miraba algo en la tele, ya que todavía no tenía
acceso a Internet. Charlaba en casa, con mis viejos, y hasta discutíamos en el
cole, alguna que otra vez, en clases de Cívica. Pero no podía votar…
En el 99 fue
mi primera vez. Las ganas de votar de años anteriores se enfrentaban a una
triste realidad: no me gustaba la sensación de tener que darle un voto a
personas que no me representaban. Y sentía que nadie me representaba. Finalmente,
luego de evaluar variadas opciones, voté en blanco para presidente. Qué debut. Solamente
volví a votar en blanco una sola vez, para las elecciones a Jefe de Gobierno
del 2003. Pese a que le reconozco cierto valor simbólico, en el sistema
electoral argentino pierde fuerza.
En estos
catorce años ininterrumpidos de sufragios reconozco que he votado de todo, y
por razones bien diversas. He votado izquierda, centro y derecha, en sus
incontables matices. He votado personas, ideas y proyectos. He votado a favor y
en contra. He votado útil y he votado testimonial. Me he votado a mí, dudando
de compañeros de lista. He votado de manera contradictoria, y no resisto un
archivo. He votado y me he arrepentido de lo que he votado. Y mucho. Pero nunca
me arrepentí de votar. Nunca.
Se dice que el
voto es el único acto solitario en democracia, y que todos los demás deben ser
solidarios. Si bien algo de eso puede haber, y es cierto que con votar no
alcanza, creo que el voto nunca puede hacerse pensando solamente en uno. Es
decir, la democracia se construye todos los días, de muchas maneras, no
únicamente con el voto, pero tampoco se puede sin el voto. Y al momento de
votar nunca es bueno hacerlo pensando en intereses personales sino que,
siguiendo nuestras convicciones, escala de valores, siempre es bueno pensar en
todo el Pueblo, principalmente los más vulnerables.
En todos los
candidatos, en todas las listas, vamos a encontrar razones para no votarlos.
Quizás de lo que se trate es de enfocarse en lo positivo, en aquellas cosas que
valoramos, en personas que puedan llegar a identificarse con algunas de esas
ideas, sopesar todo, decidir y elegir. Al fin y al cabo, lo diga quien lo diga,
en la vida hay que elegir…
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