Política, palabra equívoca si las hay.
Se suele citar a Aristóteles para afirmar que
es el arte de lo posible. (Muchos siglos después, un riojano patilludo que
había leído las obras completas de Sócrates, quizás irónicamente, quizás no,
dijo que era el arte de lo imposible). El griego también dijo que el fin de la
política no es el vivir sino el vivir bien, y por eso se debe buscar el bien
común.
Etimológicamente, del griego politikós, vendría a significar algo así
como todo lo relativo al gobierno de la comunidad, a la organización de los
ciudadanos.
Normalmente se dice que es la actividad
humana que tiene como objetivo gobernar o dirigir la acción del Estado en
beneficio de la sociedad.
Politiquería, en cambio, según el DRAE hace
referencia a “politiquear”, que luego define como “hacer política de intrigas y
bajezas” y “tratar de política con superficialidad o ligereza”. De ambas cosas
nos vamos a ocupar en este blog. No haremos politiquería sino que apuntamos a
que haya menos politiquería y más
política.
Es que al final, como dice Raly Barrionuevo,
“política hacemos todos al caminar”.
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