miércoles, 15 de febrero de 2012

Aumento a Diputados y Senadores Nacionales


No hay hechos, sólo interpretaciones” dijo Nietzsche. Luego de darse una vuelta por diversos medios masivos de comunicación, uno no hace más que confirmarlo.

En estos días el tema de tapa, por llamarlo de alguna manera, es el aumento de la dieta de diputados y senadores nacionales.

Desde un lado se habla de polémico aumento, irritante, al decir que los legisladores se aumentaron la dieta en un 100 %. Se critica el hecho de que sea en un contexto de ajuste, de quita de subsidios, y negando la inflación. Se cuestiona la desproporción con los aumentos a negociar en las paritarias de los trabajadores. Y los opinadores amateurs, influenciados por los opinadores pagos, no hacen más que quejarse e indignarse, repartiendo insulto a mansalva. Reaparece, o resurge, el discurso antipolítico.

Ahora, ¿alguno se preguntó cuánto ganaban antes?. ¿Cuánto hace que no aumentan su dieta, a diferencia de otros rubros que aumentan una o dos veces por año?. ¿Cuánto deberían ganar?. ¿En base a qué criterio?. ¿Cuánto gana un juez?. ¿Y un ministro?. ¿Y otros empleados con cargos de director o subdirector?. ¿Y un gerente en una empresa privada?. ¿Cuál es el impacto del aumento en el presupuesto?. ¿Dónde hubiese ido esa plata que ahora se destina a aumentarle la dieta a diputados y senadores?. ¿Alguno se preguntó?.

Estamos hablando de legisladores nacionales. Un diputado es un representante del Pueblo, elegido por el Pueblo. Los legisladores nacionales pueden sancionar leyes, dejar de sancionarlas, o derogarlas, y con ese simple voto pueden hacer felices a millones de personas o arruinar sus vidas.

Y bueno, me dice uno, esos tipos no laburan nunca, se la afanan toda, y no hacen nada por la gente. Eso ya es otra cosa. Y quizás ahí debemos poner el eje del debate. No importa si poco más de 300 tipos se suben el sueldo unos quince mil pesos cada uno por mes. Dentro del presupuesto es un porcentaje ínfimo. El problema es que los actuales diputados y senadores nacionales, en su gran mayoría, no se la merecen, no se la ganan, y su trabajo realizado no lo vale. Pero esto es de todos los días. Y nos tenemos que indignar, reaccionar y accionar, más allá de una tapa oportuna de Clarín o un título interesado de TN.

Los legisladores nacionales, en su mayoría, no representan a nadie. ¿Y por qué llegan ellos?. ¿Y por qué los terminamos votando?. Hoy, lamentablemente, difícilmente pueda hacer política partidaria con chanches reales de acceder a un cargo electivo el que no tiene plata. Ahora, imaginémonos que algún día llegase un laburante, de esos que hoy hacen malabares para llegar a fin de mes con su familia, y que trae propuestas posibles, realizables, por el bien del Pueblo. ¿Alguno se molestaría porque cobre $30.000 al mes?.

Y no quiero caer en esos pensamientos que también se escucharon estos días: “un sueldo alto evita la corrupción”. El corrupto lo es con sueldo bajo o con sueldo alto, aunque lo que pueden variar son las tentaciones. Es cierto que lo que tiene que caer mal no es el aumento sino las coimas, como dijo algún diputado. Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Indignémonos por lo que hay que indignarse. Y también pasemos a la acción. Pero sólo vamos a salir adelante con menos politiquería y más política.

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